María Elena Junca, la única mujer sepulturera en Engativá

Cuando Engativá era un pueblo alejado de Bogotá, en 1910, sus habitantes lograron que la iglesia católica adquiriera un lote de 2.510 metros cuadrados para construir allí un cementerio. Todo porque los cementerios de Bogotá quedaban muy lejos.

Esta historia la tiene presente María Elena Junca Camacho, quien, desde hace 23 años es la sepulturera del cementerio San Lorenzo Diácono y Mártir, ubicado en Engativá Pueblo.

¿Cómo empezó a trabajar en el cementerio de Engativá?

En mayo de 1.999 falleció mi padre Domingo Junca, quien era el sepulturero. Nosotros vinimos a entregar las llaves a los padres Pasionistas que tienen a su cargo este cementerio; ellos plantearon la posibilidad que tomara el cargo alguien de la familia para seguir esa tradición.

“Lo cierto es que nadie aceptaba, unos porque tenían su trabajo, otros porque no tenían el tiempo, otros porque les daba miedo. Entonces me postulé, me aplicaron unas vacunas y llegó la oportunidad”.

¿Qué tiene que realizar en la dinámica diaria de su oficio?

 Me encargo de que este lugar se vea bonito a pesar de que no hay vida, que este camposanto se mantenga organizado y limpio. Contribuyo con la sepultura de cadáveres, realizo las  exhumaciones y por qué no decirlo, en ocasiones doy consejos a las familias que lo necesitan.

¿Cuáles experiencias ha vivido en el cementerio?

 Tuve una dura prueba al hacer la primera exhumación, pero ahora tengo más experiencia, incluso siento que hay una especie de comunicación con las almas y cuando hago las exhumaciones, hay una conexión muy cercana con esos seres, quienes en ocasiones desde la noche anterior me revelan en el sueño cómo debo trabajar.

 Igualmente, ha habido vivencias complicadas que se presentan cuando algunas personas llegan alicoradas y con armas de fuego a despedir a sus seres queridos y toca llamar a la policía para controlar estos hechos.

¿Qué ha sido lo más difícil en su oficio?

Sepultar,  “guardar” a mis familiares, a mi esposo, un sobrino, un hijastro… son los que me dan esa fortaleza para seguir con esta labor que a mí me nace. A veces me da mucha nostalgia, no lo puedo negar, que por ejemplo un sábado nadie venga al cementerio porque a pesar de que a algunos fallecidos no los conocí, por estar aquí comienzan a ser parte de mí.

No es muy usual encontrar a una mujer sepulturera. ¿Cree que va a seguir la tradición en la familia?

Es cierto, según lo que he investigado en Colombia solo 5 mujeres son sepultureras. Cumplo mi labor con orgullo y con responsabilidad. Espero que mi hija o alguno de mis dos nietos continúen con esta tradición familiar.

Quiero aprovechar esta entrevista, porque me gustaría que alguien me pueda apoyar. “Como mujer, como sepulturera me falta la experiencia de ingresar a un crematorio, me gustaría que me dieran esa oportunidad de seguir aprendiendo”.

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